Pensamientos felices

Me suele pasar, tanto en días buenos como en días malos, algo agradablemente peculiar. A veces cuando mi cabeza se va a navegar por allí, así, en estado gaseoso (léase estando al pedo) caigo en imágenes recurrentes de algo que he llamado "el pensamiento feliz".

Es útil esto? Si, claro, sobre todo cuando estás agobiado por algo, sea lo que fuere. Aclaro ello, porque no hay un medidor universal de problemas, y lo que para uno es una pavada, para otro puede estar cercano al fin del mundo. Alguien diría "siii claro, es como lo del árbol que no te deja ver el bosque". A esa persona le diría que se deje de joder con el arbolito, yo hablaba de otra cosa.

No hace falta mucho problema para tener un mal día, pero si nos ponemos positivos, tampoco hace falta una catarata de éxitos, o que venga Sergio Denis y te firme un autógrafo en tu mejor camisa, para que el día evolucione en algo más bonito. Nota: si Sergio me arruina la camisa con un garabato lo elimino, y esta vez sí que será definitiva, no lo salva ni Sueiro, que en paz descanse después de tantas idas y venidas.

Abro un acápite para referirme al perro de Eduardo De La Puente, que luego de ser golpeado por un rayo y yacer tirado con menos vida que Sandro, resucitó no se sabe cómo, y ahora se llama Sueiro.

Volviendo al tema, les decía que hoy me encuentran positivo, será la próxima paternidad, será que el día está bonito con un sol bárbaro, será que le dejé abierta la puerta del ascensor a la estúpida del 5to. ? Quién sabe qué cosas hermosas te puede deparar la vida, si tal vez a la del quinto se le inunda la casa y se electrocuta, o se agarra los dedos con el ascensor, qué se yo...

Entonces, les contaba, hay pensamientos felices a los que recurro a veces, para levantar el ánimo, o que por momentos me abordan, sin motivo aparente, y me hacen esbozar una sonrisa similar a la que puse cuando le chocaron el auto a mi vecina del quinto. Ojo, no es rencor contra la señora, es una sana diversión.

En una de mis 23423423 películas de cabecera, se escucha esta canción, interpretada por la adorable Julie Andrews, mujer divina como pocas - no como una vecina que tengo yo, que mejor ni les cuento - que me ha deleitado haciendo de monja medio con pinta de americana que se enamora de un austríaco viudo con muchos pibes y una novia aristocrática, en plena ocupación nazi, y termina inventando a los niños cantores de Viena, pero le roban la idea unos almaceneros de la calle Gstatteng.

En fin, se llama "mis cosas favoritas" y me lleva a pensar en las cosas que me gustan, desde chico, y que me han hecho sonreir. Se las dejo, no es lo más cool que hay, pero para cool está el hijo de Montaner, que es igualito al padre, y me da un poquito de impresión.