miércoles, 1 de septiembre de 2010

Qué lindo día hoy ! Acostumbrado a la calefacción, salí de casa con camisa y un pullover más simbólico que abrigaticio (copyright un servidor), y un piloto que es muy bueno para la lluvia, pero abriga menos que un ziploc. Juanca, el encargado, también llamado Batman (Juan Carlos Batman, obvio) me vió y me dijo "ehhh ojo que hace un fresco bárbaro". Yo lo miré con mi aire superior y contesté "eso es para los que no son lo suficientemente machos, en mi caso el frío no lastima". Obviamente, me recontracagué de frío, era de esperarse.

Me pregunté entonces qué hacer con mi estado, de semi engripado (desde ayer que me duele el cuerpo, como cuando te estás por enfermar) y decidí que acudiré a los fármacos para disimular. El por qué ya les tiene que venir al cráneo: tengo un asado el viernes, y salvo que esté en un estado avanzado de tuberculosis, no me lo pienso perder.
Y habiendo contado esto, el tema en cuestión sería, resumiendo: cuando estás en pareja, no te podés enfermar. Esto hace que tengas sí o sí que defender cualquier reunión futura a la que querías ir, ante frases como "ahhh no podés ir hasta el supermercado porque hace frío pero sí te vas a ir con tus amigos a un asado al aire libre ", o "cómo se te fue la fiebre cuando te hablaron del partido de Atlanta " (para los hinchas de Atlanta, porque en mi caso, es una ciudad de USA).

En fin, hay que apechugar, poner cara de que está todo bien, y lucharla, porque no es lo mismo ir hecho mierda a un asado, que quedarte en casa mirando una película, por más abrigado que estés. Sólo decidiremos (nosostros, los hombres) hacer esto último si no hay otro plan, o si estamos en época de conquista, y la película es "20 semanas y media" (la remake, arranca con todos medio en bolas) y te acompaña una fémina cariñosa que te pide prestada una camisa porque se le mojó la ropa con la lluvia.

Cómo difícilmente se te dé eso del préstamo de la camisa, entonces te vas a comer un asadito con los muchachos, te reís un poco, tomás vino (que es sabido que hace bien, lo dice la OMS) y degustás una mollejita, abrigadito. Después volvés con cuidado, con la calefacción apuntando a los pies, y al sobre, con cara de "menos mal que fui, porque los muchachos se habían quedado sin carbón y yo tenía en el baúl".

In fine, así son las cosas.