miércoles, 10 de marzo de 2010

Recuerdo

Hoy hablaba un ratito con Tita, ya saben de quién les hablo...
Me vino a la mente el tema de los recuerdos, y especialmente sobre alguien en especial. Paso a contarles, entonces:

Yo fui criado en Brasil, pese al hecho de haber nacido aquí, con lo cual estuve un poco distante del resto de mi familia, aunque debo admitir que mis viejos siempre se preocuparon por llevar abuelas y tías a Salvador para pasar semanas o meses con nosotros.
Como hijo único, me resultó importante saber que las fronteras de mi familia se extendían más allá de mis viejos, que no éramos una especie de Andorra, chiquitos y rodeados, sino que había más gente con la que me unían lazos de sangre, pero en otro lugar.

Siempre me pregunté si el tiempo transcurrido junto a la familia es directamente proporcional a cuánto queremos a cada uno de sus miembros, capisce? O sea: si te crió una tía, y la veías todos los días, es de suponer que la quisieras más, por sobre otra tía que sólo veías en navidad y que te regalaba medias? Claro que tal vez el hecho de las medias empeoraba todo, puede ser.

En el caso de mi abuelo, no fue así. No conocí a mi abuelo paterno, él ya se había muerto para cuando yo nací. Me imaginé luego que mi viejo tal vez sufrió esto, por la imposibilidad de presentarle al nieto y compartir algo tan bonito. Pero esto fue después, mientras tanto, y pese a vivir en otro país, pude conocer a mi abuelo materno. Según me contaron luego, era un tano trabajador, fanático enardecido de San Lorenzo, que según mi abuela "iba a la cancha y se quedaba como los pollos, parado bajo la lluvia mirando el partido con el traje puesto". Qué tiempos serían esos, en que un tipo iba a ver fútbol con un traje, no?

Más allá de su fanatismo por San Lorenzo, supe luego que hacía de todo: pintaba, hacía trabajos de carpintería, etc. Un tipo trabajador, pero sobre todo, un tipo bueno. Yo no lo conocí desde esta visión, apenas supe que era de San Lorenzo cuando fuí mayor, de hecho no me atrae el fútbol, salvo por la selección, pero lo remarcable de mi abuelo fue lo mucho que quedó en mis recuerdos, y el poco tiempo que pude compartir con él.

Si me preguntan por él, mi relato puede durar un minuto, o una hora, pero los hechos no habrán ocupado más que una o dos horas de nuestras vidas. Tengo un sólo recuerdo de mi abuelo, recuerdo un solo día que pasamos juntos. Me muestran fotos en las que me tiene en brazos, con cara de orgullo, pero de eso nada, era pequeño, me imagino. Lo mio sigue en ese día, en esas horas, y nada más.

Pese a la lógica, esa proporcionalidad entre cariño y tiempo compartido no se dió jamás. Con ese único recuerdo que tengo de Angel (así se llamaba) me basta y me sobra para emocionarme pensándolo. La cosa era simple: mis abuelos vivían en Vicente Lopez, en Roca y Maipú, y mi abuelo me llevó caminando hasta la heladería EL Lido, en la esquina de Libertador. Me compró un helado, y yo tomé los sabores que tomé toda mi vida desde ese instante: limón y dulce de leche. Una combinación tal vez poco feliz, pero para mí es con gusto a mi abuelo, es todo un recuerdo gustativo que dispara otros, más complejos.

Tomamos el helado, pero no ahí, subimos las escaleras del paso a nivel, y esperamos a que pasen los trenes, cucurucho en mano, y con dos servilletas, como siempre. Me fascinaban los trenes, porque en Brasil no había, y a los aviones ya los conocía. Al terminar el espectáculo, volvimos caminando.

Con el paso del tiempo me enteré que el tiempo que vivimos juntos fue breve porque Angel sufría del corazón, y le habían prohibido caminar mucho, comer mucho, especialmente sal y dulces en exceso. Me contaron que alguna vez lo delaté sin querer, contando nuestra actividad preferida. También me contaron que a él le gustaba tanto el dulce de leche, que lo compraba y comía a escondidas.

No tuve más de él, pero no me quejo. Muchas veces pasé nuevamente por El Lido, me dolió ver que lo cerraban, pero ese recuerdo, el de ese día, es uno de los más agradables de mi vida.



15 comentarios:

  1. para ser un tipo jodido, la verdad que contó una historia muy dulce y no precisamente por los helados
    abrazo

    ResponderEliminar
  2. Que lindo lo que contás.
    Posta me involucré con la historia, y eso que no conozco a ninguno de los protagonistas.

    Con respecto al tema del cariño en proporción al tiempo compartido creo que puede ser así, aunque yo valoraría más calidad de tiempo que cantidad de tiempo.
    Este relato lo prueba.

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Es bueno tener recuerdos a los que sacarles brillo cada tanto. El tiempo pasa y no queda mucho a cambio, así que me alegro que usted tenga un recuerdo lleno de cariño de ese abuelo al que conoció poco pero quiso mucho.
    Y es como dice JuanM, no es la cantidad, es la calidad del tiempo lo que cuenta.

    ResponderEliminar
  4. Existen abuelos que te marcan, aún cuando no lo hayas conocido.
    Son esos tipos, esa clase de gente, que trascienden.
    Como tu abuelo.

    ResponderEliminar
  5. Bienvenidos a los que pasaron por primera vez, tal vez esta sea mi mejor cara, así que aprovechen, que no se repite seguido, es como el Halley.

    Gracias a todos.

    Con esto, casi involuntariamente, pensé en lo importante que es esa "calidad" de la que hablamos, y qué parte nos toca en esta historia. No como abuelos, seguramente, pero sí como hermanos, padres, amigos, padrinos, o lo que fuese.

    ResponderEliminar
  6. será la paternidad que le aflora el lado tierrrrrnito?
    un encanto de relato el suyo y estoy atento cuando pinte el jodido de siempre.
    Yo tengo en preparación un texto de mi abuelarda recien cumplida 99... de tan entrada en años ya viene saliendo!!
    abrazo

    ResponderEliminar
  7. y es en definitiva, la mejor herencia que pudo dejarte, ese maravilloso recuerdo (sos muy afortunado, no cualquiera tiene recuerdos tan hermosos)
    salutes

    ResponderEliminar
  8. Qué buena charla. Qué buen recuerdo.
    Adoro a mis dos abuelas: una me crió, la otra me mimó.
    Tuve abuelo materno hasta los 4 años y fue un flash!
    Abrazo amigo!

    ResponderEliminar
  9. Leyendote recordé mi primer helado.. hace más de 25 años atrás.. algo que permanecía escondido quién sabe dónde.
    Coincido en que para ser un tipo jodido, esto fue muy.. intenso, profundo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  10. Sabés que este texto cae en una época bastante especial en cuanto a temática "pérdida de abuelos".

    Solo voy a decirte que me encantó como contaste esta partecita de tu historia.

    Te mando un besote enorme :)

    PD: El único helado que como es Dulce de leche y Vainilla, si, otra asquerosa :P

    ResponderEliminar
  11. Che, me quedé pensando...dulce de leche con...LIMON???!!! Que pasa calabaza??? Me matasssstesssss con essssaaaa mezzzclaaaaa dddddddddddddd!!!!

    ResponderEliminar
  12. eso es lo que se llama atesorar recuerdos, y Ud tiene uno envidiable.

    ResponderEliminar
  13. En fin, tantas pavadas que uno cuenta, que era hora de contarles algo que realmente fuese valioso para mi.

    Abrazo.

    ResponderEliminar
  14. Siempre tuve la ensaciòn de que los abuelos son muy importantes en la vida y no sè porque serà,pero dejan huella indeleble...

    P.D.:Mientras lo leìa hizo que mi abuelo paterno y mi abuela materna vinieran a mi mente y me voy con la nostalgia a cuestas porque aunque ya no esten,para mi la vida no es lo mismo sin ellos y los extraño como cuando era chiquitita... :(

    BESITOS AÑORATIVOS

    ResponderEliminar
  15. los tipops jodidos como vos son bárbaros y eso mismo que contás, con otros nombres y en otros barrios me pasa con el cedrón y la franela gris, que era la tela de los pantalones que usaba mi abuelo y yo mirbaba y sentía cuando me subía a su falda y me cantaba canciones y me contaba el cuento de la buena pipa...

    ResponderEliminar

Aquí puede usted hacer un descargo, refutación, reafirmación o lo que desee sobre una opinión vertida por este servidor. Tenga en cuenta que si opina en nuestra contra, lo podríamos ir a reprender violentamente.